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27 enero 2014

“MATRIMONIO IGUALITARIO”



La concepción de matrimonio evidentemente está mediada por la cosmovisión religiosa católico romana, de que dicha Iglesia y el Estado son uno; en muchos sentidos se confunden las figuras legales con los sacramentos, para el caso particular de las uniones matrimoniales parece ser la confusión más común.

Es necesario separar la comprensión de la legislación del trabajo pastoral, ya que en la actualidad existen figuras legales que son incongruentes con las visiones católico romanas de las relaciones humanas, por ejemplo, aunque el debate gira alrededor del matrimonio igualitario, es necesario sacar a colación el divorcio, puesto que el Estado garantiza esta posibilidad a las parejas y sabemos de muchas Iglesias que no lo reconocen, puesto que se apela que aunque la ley les permita separarse, el dogma emanado de su propia interpretación de la Biblia no lo permite. Dejando en evidencia que sí se puede ser indulgente ante legislación no congruente con la catequesis.

Al ser un país que fue dominado históricamente por España, leal a Roma en momentos difíciles, se nos ha imbuido la concepción de que es efectivamente universal y que las interpretaciones que hace de las escrituras son infalibles, pese a que dentro de su mismo seno haya concepciones diversas y hasta opuestas sobre muchos temas, uno de ellos es el matrimonio. Por lo tanto, no estamos ante una concepción católico romana, sino ante una concepción sectorial dentro de la misma, pero al estar dentro de ella se considera universal per se.

Es necesario poner en evidencia que estamos delante de una propuesta de matrimonio que no es conforme ni está estrictamente apegada a las Sagradas Escrituras, sino a una definición moderna que puede inspirarse en algunos pasajes bíblicos dejando de lado muchas otras obligaciones matrimoniales explícitas en la misma, por ejemplo: el matrimonio obligatorio en casos de violación sexual como medida de resarcimiento de “daños”, derechos de un hombre de casarse con la viuda de su hermano, derecho del hombre de desposar a más de una mujer, prohibición de casarse con alguien de una fe distinta, entre otras tantas consideraciones propias de la complejidad real que el matrimonio tiene conforme y estrictamente apegada a la Biblia.

El sacramento del matrimonio, al ser administrado por una institución religiosa, deberá ser definido para fines de la misma institución, de manera que le permita lograr sus objetivos pastorales, y llevar un mensaje a su feligresía, es decir a las personas que voluntariamente busquen dicha agrupación como referente identatario.


No le corresponde al Estado conferir privilegios u obligaciones “divinas”, por no ser su competencia; no puede legislarse desde cosmovisiones religiosas, pues el riesgo de excluir otras expresiones de fe es demasiado alto y puede traer consecuencias ya vistas y tristemente recordadas por la humanidad. La brújula del Estado debe ser la Igualdad ante la Ley, es decir, que toda la gente pueda acceder a los mismos derechos por el simple hecho de existir, sin restricción más que la establecida en leyes penales.

Al hablar de protección de derechos en condición de igualdad a toda la ciudadanía, corresponde al Estado no hacer excepción de nadie para gozar de reconocimiento jurídico, el Estado no se guía en idealismos románticos al establecer el estado civil de las personas, sino que al reconocer la unión le garantiza la protección que le corresponde a ambas personas en la pareja, por ejemplo en cuanto a: herencia automática, visitas al hospital, poder sobre decisiones médicas, presentar demanda tras muerte injusta del cónyuge, inmunidad al declarar contra el cónyuge, protecciones contra violencia conyugal, estatus migratorio, seguro social, entre tantos otros beneficios centrales en las uniones entre personas.

Existe el error común de nombrar “matrimonio gay” al reconocimiento de las uniones entre personas del mismo sexo, como si se tratara de una especie de seres que requieren una atención diferenciada, al estilo apartheid; más bien se habla de matrimonio igualitario, es decir que cualquier pareja pueda ser reconocida y que se le garantice el acceso a los mismos derechos que cualquier otra pareja. No puede apelarse a que la prohibición del matrimonio en condiciones de igualdad se basen en prejuicios sobre el estilo de vida de las personas homosexuales, ya que no existe un estilo de vida particular de estas personas al igual que no hay un solo estilo de vida de las personas heterosexuales; tampoco puede apelarse a que no exista un modelaje “correcto” de roles sexuales desde estas parejas, ya que se sabe, conforme a OPS/OMS y APA, que la orientación sexual no es transferible de ninguna manera, en este sentido el temor de los heterosexuales de dejar de serlo al ver parejas del mismo sexo, o que los niños y niñas quieran imitarlo, queda sin efecto y sin evidencia científica; por lo tanto, pueden estar tranquilos, quienes son heterosexuales seguirán siendo heterosexuales; la heterosexualidad es tan estable como sus contrapartes homosexuales y bisexuales y ninguna puede cambiarse por ningún medio.

La visión de humanidad indivisible que no considere categorías de seres humanos, peligra cuando enviamos un mensaje que por un rasgo de su naturaleza, un grupo de personas no puedan acceder al reconocimiento y protección del estado. El mensaje de inferioridad es traducido a acciones concretas como lo son todas las formas de violencia de que son víctimas las personas no heterosexuales: psicológica, religiosa, verbal, física, sexual, económica, entre otras.

Por ello el adjetivo “Igualitario” es determinante en la discusión de este tema, pero invariablemente debe pasar a través de la lectura de personas que no comprenden en qué consiste la “Igualdad humana” como concepto, la historia salvadoreña se ha escrito a partir de la desigualdad, por ello el camino para todas las formas de igualdad, incluyendo la matrimonial, está bastante lejos de ver la luz y supone una madurez cultural, negada por argollas de poder económico y político de las cuales las Iglesias mismas derivan beneficios.
Desarrollar una concepción de “Igualdad humana”, que se traduzca en acceso igualitario a derechos, apartado de concepciones religiosas que no son universalizantes, es el verdadero trasfondo en la evolución de una sana comprensión del matrimonio igualitario.


28 diciembre 2013

¿Ellos no son familia?



Hace varios años que pasé la etapa de escolaridad primaria donde te enseñan, entre otras cosas, el concepto de la familia y cómo debe entenderse, quiénes son parte de una familia y cómo debe verse una familia. Muchos años han pasado y debo decir con absoluta franqueza que todo cuanto me enseñaron de ese tema está completamente desfasado,  lo estaba antes, y, está peor ahora.

Se habla de la familia como el concepto inamovible de mamá, papá e hijos/as, eso es familia, fuera de eso tu grupo es cualquier cosa menos familia. Ese concepto se refuerza por organizaciones pseudo-religiosas que dicen buscan conservar los valores de la sociedad.  Esa concepción ya no funciona para esta sociedad debido a las enormes cantidades de salvadoreños/as que emigran a diario hacia los Estados Unidos u otros países, quedando los hijos al cuidado de los abuelos, una tía o un hermano mayor; en el mejor de los casos un progenitor se queda y atiende a los hijos, pero según esa concepción religiosa y moralista eso no es familia: una abuela que queda a cargo de sus nietos no es familia, un tío o tía que queda a cargo de sus sobrinos/as no es familia, un hermano/a mayor que se queda a cargo de sus hermanos/a menores no es familia y ciertamente un padre/madre que esta solo con sus hijos/as no es familia, a todas estas otras formas, insisten en llamarlas “familias disfuncionales”.

Este día marchan por las calles miembros de la sociedad abogando por la familia, pero la familia desde su concepción medieval y conservadora, donde la familia del candidato a la presidencia por ARENA el Dr. Norman Quijano no entra con su grupo familiar, pues es un padre soltero con hijas; ellos no son familia según estas organizaciones. Me gustaría saber qué opinión tiene la hija del candidato que hace de brazo femenino de la fórmula presidencial, así también me gustaría conocer la posición del candidato, siendo que el esposo de la dirigente más reconocida de estas organizaciones sí le apoya en su candidatura de manera abierta. ¿Es entonces  doble discurso? 

Bajo los fundamentos religiosos de estas organizaciones estarían llamando a no votar por un candidato que no representa los valores de la familia nuclear que ellos y ellas dicen defender; sería la primera vez que organizaciones de derecha se levantan y marchan contra un candidato de derecha, interesante que este tema no sea abordado por la organizadora de tan magno evento. Sería además interesante también que los comunicadores y medios de comunicación que cuentan minuto a minuto el atraso del presidente Funes, le consulten a la distinguida señora su posición sobre un candidato que no está casado y que obviamente no tiene una familia “funcional”, de acuerdo al concepto que ella vende, ¿Será que puede ser buen presidente, sino pudo conservar su matrimonio? Vale la pena hacer la consulta, porque no podemos seguir permitiendo que esta y otras organizaciones te vendan un discurso y al final sus acciones caminan muy lejos de lo que dicen.

En lo personal sé que “familia” es el sitio donde te sentís seguro, donde eres amado, donde eres apoyado y finalmente donde te sientes bien y la familia puede ser formada de diferentes formas: solo con tus abuelos o con tus tíos/as o con tus hermanos, con un padre o madre –monoparentales- o con ambos, incluso los hogares homoparentales son también familia, se trata de ese grupo donde eres feliz y donde te quieren tal cual eres, donde te valoran y donde eres un miembro valioso.

De esa manera debo decir que aunque la Sra. Regina de Cardenal no reconozca a la familia del Dr. Norman Quijano como tal, yo si lo hago; aunque esto no hará que mi voto sea para él, porque personalmente valoro otras cosas, pero si le respeto y admiro la relación que tienen con sus hijas, en calidad de padre soltero, también conocido como hogar monoparental. En definitiva él y sus hijas son una familia, aunque la distinguida señora niegue su existencia o no quiera reconocerla.

¿Quiere luchar por las familias salvadoreñas? Exija el aumento al salario mínimo, apoye los programas sociales que van desde los paquetes escolares, vaso de leche, pensión al adulto mayor y apoyo a las madres solteras y llegan hasta ciudad mujer, hágalo porque de esta manera sí estará defendiendo a las familias salvadoreñas, las cuales son más variadas y más extensas de lo que nos quieren hacer creer las organizaciones que marchan este 28 de diciembre.

Porque todos y todas merecemos ser incluidos como sujetos de derechos dentro de esta sociedad; nadie puede limitar a nadie en el ejercicio constitucional de sus derechos. No hay peor error que querer imponer a los demás nuestras propias creencias y dogmas de fe, triste realidad a la que nos enfrentamos a diario. Es importante recordar que mis derechos llegan donde inician los derechos de los demás. 

Vale la pena que empecemos a hablar de familias y sus estilos de vida, para poder incluir a todos los grupos de familias que existen en esta sociedad, mantener el concepto cerrado de familia propio de los años cincuenta, no abona en nada a la comprensión y apoyo o defensa de los que son nuestras familias.