23 mayo 2013

¿Me ayuda Raúl?



Dos hechos de violencia han tocado a personas muy cercanas a mí, gente que aprecio y que es muy trabajadora, en ambos casos los causantes son pandilleros.

El primer caso, es el del  grupo de pandilleros que por segunda vez llegaron a querer asaltar, robar y cobrar renta a un local de reparación y mantenimiento de computadoras sobre el Bulevar de los Próceres, la primera vez que llegaron los delincuentes, el sistema 911 se tardo 45 minutos en llegar al lugar del incidente; la segunda ocasión a Dios gracias, un trabajador del lugar advirtió la llegada de los mismos delincuentes de la semana anterior en el mismo vehículo pero iban en compañía de dos amigos más, rápidamente se dirigió a la delegación móvil que está bajo el paso a desnivel del Árbol de la Paz, y allí si llegaron rápido los agentes de la Policía Nacional Civil, y los encontraron dentro del local. Los delincuentes ya habían puesto en maletas todo cuanto se llevarían y además tenían privados de libertad a dos empleados del lugar y a un cliente que estaba en el sitio solicitando servicio, junto a su esposa y su hija –una niña pequeña- los maleantes trataron de huir pero el sitio tiene una sola entrada y una sola salida, al final tiraron el arma que andaban y salieron uno a uno del sitio. Todo lo que les relato salió en los medios de comunicación, ¿Y cómo no? si cuando se dan este tipo de capturas “in fraganti” son los mismos policías que avisan a los medios para dar publicidad que “se está haciendo bien el trabajo”,  lo único que no informan, es que son los mismos investigadores los que les dicen a la víctima: “Mire quizás no los condenen, porque ellos van a decir que esta arma no la traían y que estaba ahí tirada” “Sería mejor que cierre el lugar porque esta gente suele tomar venganza y puede ser que lo maten” y luego de estas aseveraciones le dicen a la víctima: “¿Pero va a ir a testiguar verdad, por qué, si no lo hace se cae el caso?”

Para este caso, mi amigo fue a la delegación y puso la denuncia en un acto de valentía, que merece mucho respeto, pues muy a pesar de las advertencias hechas por los mismo investigadores de la policía, llegó al lugar, pero su sorpresa fue ver que llegaban las madres de los cuatro jóvenes que horas antes con mucha prepotencia e impunidad le amenazaban con un arma y le decían que debía pagar renta, y estas señoras no llegaron en un tono de humildad y mucho menos de vergüenza, igual que sus hijos con mucha prepotencia preguntaron: ¿Y por qué tiene a los cipotes aquí? Un agente les respondió “los agarramos robando en un sitio y estaban armados” y la madre de uno de ellos replicó: “Aaah ¿Y sólo por eso los tienen aquí?, si ellos salen a trabajar y no han matado a nadie”, así de frescas y simples la palabras de esta señora que ha hecho de las extorsiones y de la vida delincuencial de su hijo, su propia forma de vida, de ese dinero de las extorsiones paga su celular, va y compra comida rápida además de cubrir otras necesidades.

Otro caso sucedió el día de ayer, una amiga recibe en su casa a una vecina, muy famosa por ser la progenitora de un pandillero reconocido de la zona, la señora es cristiana evangélica y considera “hermana en Cristo” a mi amiga –que también es cristiana evangélica-, inicia su conversación diciéndole que se ha enterado que su hijo y sus amigos le han “puesto el ojo” a la hija  de ella–una niña de 14 años, cristiana y muy guapa- que tienen 3 semanas de estarle dando seguimiento, saben a qué hora sale de su casa, al colegio, en el colegio –privado y evangélico- tienen otro amigo que les ha dicho a la hora que come y que días se queda en prácticas del coro, saben a qué hora la llegan a traer para regresar a la casa y hasta la hora en que se acuestan a dormir, yo,  le dice la vecina, a mi amiga, le vengo a avisar “hermana”, porque Dios me ha pedido que lo haga, mi hijo y sus amigos planean hacer una atrocidad, piensan llevarse a su niña y violarla entre todos los pandilleros –es que su niña es bien bonita y bien creída, no saluda a nadie, dice la “hermana en Cristo”- porque la han querido abordar y ella siempre viene con su tío o la abuela o con usted, y según mi hijo, ya debería ser hora que ella estuviera incorporada en la mara, pero no le ven talle que lo haga, así que han decidido quitarle “lo socada” … ¡Qué revelaciones más duras!, ahí tengo a mi amiga que anda buscando como mudarse, es madre soltera y viven solas con su hija en esa casa, la abuela de la niña vive a un par de pasajes de donde ella, si se mueve a su casa, serían tres mujeres solas, en una colonia atestada de pandillas y donde ya se ha visto que los pandilleros entran a las casas en grupos numerosos, abriendo los techos y golpeando fuerte las puertas logrando doblarlas y entran por la fuerza. ¿Qué le garantiza a mi amiga, que no entren y las maten a todas?

En ambos casos, mis amigos me preguntaron: "¿Y la tregua, Bessy? ¿No que ya no iban a reclutar jóvenes?" me dice mi amiga. "¿No que iban a disminuir las extorsiones?" replica mi amigo.

Yo, no he sido defensora de la tregua, aunque si reconozco la baja sensible de homicidios que se ha dado, pero no creo que esta tregua por sí sola logre más que eso -la baja de los homicidios- y no lo digo con desidia o mala vibra, es que tal cual se nos vendió el tema de la tregua muchos y muchas pensamos que se tendrían más y mejores resultados, pero tristemente este no ha sido el caso, yo no he estado cercana a este tema, pero lo que se ve en la información a la cual podemos acceder, no he visto los planes de prevención ni de reinserción y eso es grave, porque si no se suma a la tregua, la prevención, la reinserción, las capacitaciones y apoyo educacional y técnico vocacional, esto está destinado a fracasar.

Como la mayoría de la población, siempre pensé que la mejor manera de acabar con el problema de las pandillas, era hacer una sopa… sí, una sopa de pandilleros, meterlos a todos en una gran olla y cocerlos a fuego lento, y no me da pena decirlo, porque es el sentir de la gran mayoría de los y las salvadoreños que viven presos en sus comunidades y colonias, donde sus hijos/as no pueden salir por el constante asedio de los pandilleros y porque a temprana edad los reclutan para que sean parte de su “gran familia”, pero también es cierto que “la muerte engendra muerte como los perros engendran perros” y tratar de lavar una mancha de sangre con más sangre no logra que se salga la mancha, al contrario la torna más grande la mancha, que quiero decir con esto, es sencillo, no es matando a todos los pandilleros como lograremos liberarnos de esta situación, es sacándolos a ellos y sus familias de su “acomodada” vida, de esa que han hecho por medio de las extorsiones, es castigando con debidos procesos a los que infrinjan la ley, que los investigadores, fiscales y jueces apliquen los castigos en pronta y cumplida justicia, junto con los que los encubren y si son su familia, hay que hacerlo, el hechor y su consentidor debería tener la misma pena, además de seguir con la persecución del delito y el castigo del mismo; es brindando los proyectos que permitan a que los cipotes y cipotas que desean salirse de la mara –porque hay muchos/as que ingresan, no por deseo de hacerlo, sino para salvar sus vidas- lo puedan hacer y puedan encontrar una oportunidad en el mercado laboral, ¿Cuántos son rescatables? No lo sé, pero si tengo claro que hay que rescatar a todos cuanto se pueda, cursos de capacitación para madres, hermanas, esposas e hijas de los pandilleros deben impartirse, para enseñarles que el trabajo honesto, con seguridad social, aunque duro, da mejor recompensa que el dinero mal habido; en esto creo que Ciudad Mujer puede ayudar y tendría un papel importantísimo, y finalmente el grupo –quizá el más grande- de los que no quieren dejar de delinquir y menos dejar esa forma de vida, al momento de estar en cárceles encuentren centros donde se les pueda re-educar, y si sus condenas son largas, que no tengan acceso a medios para seguir dirigiendo sus monopolios delincuenciales desde ese espacio, que se les dé un sitio digno, pero que no sean recintos donde están más tranquilos y a sus anchas, se trata que sientan el castigo por sus delitos, pero que el escarmiento vaya acompañado de programas que les ayuden a sensibilizarse, no solo con sus amigos pandilleros sino con el resto de la sociedad.

Todo esto es un gran trabajo, no es comida de bocones, esto requiere que todos los sectores vivos de la sociedad se “enrollen las mangas de la camisa” y se pongan en función de eso, que los candidatos presidenciales, nos digan si le van a apostar a prevenir, capacitar, re-educar, reinsertar y perseguir el delito, porque el hacer una sola cosa nos tendrá patinando en el mismo problema, no se puede dar la represión sin prevención y estar esperanzados que los programas de gobierno de cinco años nos saquen de esta situación con una fórmula mágica, es seguir el juego de estos políticos que gustan de hacer hermosas y grandes promesas de campaña pero que al final al llegar al poder no las cumplen, por una sencilla razón, solo fue una promesa y no un proyecto articulado, basado en estudios reales y con recursos, que vaya acompañado de un verdadero espíritu de salvadoreñismo que implique sumar a todos y todas, como proyecto de nación y no como estrategia para ganar votos. 

Termino de contarles la historia de mis amigos, en el caso del amigo, él está decidido en seguir el proceso judicial y lograr la condena de estas personas que le asaltaron, ha cerrado su negocio y va a hacer la lucha.

En el caso de mi amiga, siendo madre soltera y con pocos recursos, está buscando la manera de salir del lugar donde vive, por ahora, solo está rezando para que nada le suceda a su hija, ya este día no la envió a clases por seguridad, pero hago el traslado de una petición que me hizo: "¿Puedes escribir de mi caso y preguntarle al Sr. Mijango, el de la tregua, que si, así como le dio una carta a unos pandilleros, firmada por él, para que no los arrestara la policía, me puede dar una carta para mi hija y que los pandilleros no le hagan daño?" Vaya pues, mi pregunta a Raúl Mijango: ¿Puede hacer algo en este caso? ¿Puede hablar con el “Viejo Lin” que es el máximo dirigente de la mara 18, que la que opera en la zona donde vive mi amiga y decirle a sus sub-alternos que no dañen a esta cipota?

Espero que cuando estén publicadas estas líneas, no sea demasiado tarde y que “Anita” –como yo le digo- pueda seguir yendo a sus clases con normalidad, que su madre pueda ir a trabajar con tranquilidad y ganar con el sudor de su frente en su trabajo el dinero para pagar sus gasto, el colegio de su hija y llevar la comida a la mesa, y esto no solo debe ser para este caso en particular, todas las “Anitas” del país y sus madres debería poder gozar de esta tranquilidad, es su derecho.

Señor Mijango, espero se ponga en contacto conmigo, y no deje pasar esta “historia” para que llegue a un final trágico… Como población queremos actos concretos, resultados reales y palpables para nosotros los que no pertenecemos a las maras, que cada día nos levantamos a trabajar y a luchar por sacar a delante a nuestros hijos/as, no de discursos que se han salvado “x” cantidad de vidas, hoy le estoy hablando de una vida que puede salvar y no es la vida de una niña que está en pandillas – igual de valiosa-, es la vida de una salvadoreña que quiere estudiar medicina, que quiere tener las mejores notas y que sueña que un día sacara de su trabajo a su madre y ella le dará todo cuanto necesita, regresándole el esfuerzo que ha hecho para sacarla adelante… Raúl, ayúdeme a salvar a una “Anita”.

2 comentarios:

  1. Creo que cada vez hay menos capacidad de reacción de la población, se ciegan ante los hechos que estan ante sus propios ojos, se refugian pensando que los partidos politicos solucionaran los problemas de este país, no es ser pesimista, si no ser realista, y es que duele ver casos como este y sentirse incapaz de poder hacer algo concreto sin poner en riesgo la vida misma y los de la familia, actuar más por conveniencia que por convicción es doloroso, ante casos asi un país con problemas estructurales tan marcados que se vienen arrastrando por mucho tiempo requiere de medidas verdaderas para empezar a tratar de solucionarlos.

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