Dos
hechos de violencia han tocado a personas muy cercanas a mí, gente que aprecio
y que es muy trabajadora, en ambos casos los causantes son pandilleros.
El
primer caso, es el del grupo de
pandilleros que por segunda vez llegaron a querer asaltar, robar y cobrar renta
a un local de reparación y mantenimiento de computadoras sobre el Bulevar de
los Próceres, la primera vez que llegaron los delincuentes, el sistema 911 se
tardo 45 minutos en llegar al lugar del incidente; la segunda ocasión a Dios
gracias, un trabajador del lugar advirtió la llegada de los mismos delincuentes
de la semana anterior en el mismo vehículo pero iban en compañía de dos amigos
más, rápidamente se dirigió a la delegación móvil que está bajo el paso a
desnivel del Árbol de la Paz, y allí si llegaron rápido los agentes de la
Policía Nacional Civil, y los encontraron dentro del local. Los delincuentes ya
habían puesto en maletas todo cuanto se llevarían y además tenían privados de
libertad a dos empleados del lugar y a un cliente que estaba en el sitio
solicitando servicio, junto a su esposa y su hija –una niña pequeña- los
maleantes trataron de huir pero el sitio tiene una sola entrada y una sola
salida, al final tiraron el arma que andaban y salieron uno a uno del sitio.
Todo lo que les relato salió en los medios de comunicación, ¿Y cómo no? si
cuando se dan este tipo de capturas “in fraganti”
son los mismos policías que avisan a los medios para dar publicidad que “se
está haciendo bien el trabajo”, lo único
que no informan, es que son los mismos investigadores los que les dicen a la víctima:
“Mire quizás no los condenen, porque ellos van a decir que esta arma no la traían
y que estaba ahí tirada” “Sería mejor que cierre el lugar porque esta gente
suele tomar venganza y puede ser que lo maten” y luego de estas aseveraciones
le dicen a la víctima: “¿Pero va a ir a testiguar verdad, por qué, si no lo
hace se cae el caso?”
Para
este caso, mi amigo fue a la delegación y puso la denuncia en un acto de
valentía, que merece mucho respeto, pues muy a pesar de las advertencias hechas
por los mismo investigadores de la policía, llegó al lugar, pero su sorpresa
fue ver que llegaban las madres de los cuatro jóvenes que horas antes con mucha
prepotencia e impunidad le amenazaban con un arma y le decían que debía pagar
renta, y estas señoras no llegaron en un tono de humildad y mucho menos de
vergüenza, igual que sus hijos con mucha prepotencia preguntaron: ¿Y por qué
tiene a los cipotes aquí? Un agente les respondió “los agarramos robando en un
sitio y estaban armados” y la madre de uno de ellos replicó: “Aaah ¿Y sólo por
eso los tienen aquí?, si ellos salen a trabajar y no han matado a nadie”, así
de frescas y simples la palabras de esta señora que ha hecho de las extorsiones
y de la vida delincuencial de su hijo, su propia forma de vida, de ese dinero
de las extorsiones paga su celular, va y compra comida rápida además de cubrir
otras necesidades.
Otro
caso sucedió el día de ayer, una amiga recibe en su casa a una vecina, muy
famosa por ser la progenitora de un pandillero reconocido de la zona, la señora
es cristiana evangélica y considera “hermana en Cristo” a mi amiga –que también
es cristiana evangélica-, inicia su conversación diciéndole que se ha enterado
que su hijo y sus amigos le han “puesto el ojo” a la hija de ella–una niña de 14 años, cristiana y muy
guapa- que tienen 3 semanas de estarle dando seguimiento, saben a qué hora sale
de su casa, al colegio, en el colegio –privado y evangélico- tienen otro amigo
que les ha dicho a la hora que come y que días se queda en prácticas del coro,
saben a qué hora la llegan a traer para regresar a la casa y hasta la hora en
que se acuestan a dormir, yo, le dice la
vecina, a mi amiga, le vengo a avisar “hermana”, porque Dios me ha pedido que
lo haga, mi hijo y sus amigos planean hacer una atrocidad, piensan llevarse a
su niña y violarla entre todos los pandilleros –es que su niña es bien bonita y
bien creída, no saluda a nadie, dice la “hermana en Cristo”- porque la han querido
abordar y ella siempre viene con su tío o la abuela o con usted, y según mi
hijo, ya debería ser hora que ella estuviera incorporada en la mara, pero no le
ven talle que lo haga, así que han decidido quitarle “lo socada” … ¡Qué
revelaciones más duras!, ahí tengo a mi amiga que anda buscando como mudarse,
es madre soltera y viven solas con su hija en esa casa, la abuela de la niña
vive a un par de pasajes de donde ella, si se mueve a su casa, serían tres
mujeres solas, en una colonia atestada de pandillas y donde ya se ha visto que
los pandilleros entran a las casas en grupos numerosos, abriendo los techos y
golpeando fuerte las puertas logrando doblarlas y entran por la fuerza. ¿Qué le
garantiza a mi amiga, que no entren y las maten a todas?
En
ambos casos, mis amigos me preguntaron: "¿Y la tregua, Bessy? ¿No que ya
no iban a reclutar jóvenes?" me dice mi amiga. "¿No que iban a
disminuir las extorsiones?" replica mi amigo.
Yo,
no he sido defensora de la tregua, aunque si reconozco la baja sensible de
homicidios que se ha dado, pero no creo que esta tregua por sí sola logre más
que eso -la baja de los homicidios- y no lo digo con desidia o mala vibra, es
que tal cual se nos vendió el tema de la tregua muchos y muchas pensamos que se
tendrían más y mejores resultados, pero tristemente este no ha sido el caso, yo
no he estado cercana a este tema, pero lo que se ve en la información a la cual
podemos acceder, no he visto los planes de prevención ni de reinserción y eso
es grave, porque si no se suma a la tregua, la prevención, la reinserción, las
capacitaciones y apoyo educacional y técnico vocacional, esto está destinado a
fracasar.
Como
la mayoría de la población, siempre pensé que la mejor manera de acabar con el
problema de las pandillas, era hacer una sopa… sí, una sopa de pandilleros,
meterlos a todos en una gran olla y cocerlos a fuego lento, y no me da pena
decirlo, porque es el sentir de la gran mayoría de los y las salvadoreños que
viven presos en sus comunidades y colonias, donde sus hijos/as no pueden salir
por el constante asedio de los pandilleros y porque a temprana edad los
reclutan para que sean parte de su “gran familia”, pero también es cierto que “la
muerte engendra muerte como los perros engendran perros” y tratar de lavar una
mancha de sangre con más sangre no logra que se salga la mancha, al contrario
la torna más grande la mancha, que quiero decir con esto, es sencillo, no es
matando a todos los pandilleros como lograremos liberarnos de esta situación,
es sacándolos a ellos y sus familias de su “acomodada” vida, de esa que han
hecho por medio de las extorsiones, es castigando con debidos procesos a los
que infrinjan la ley, que los investigadores, fiscales y jueces apliquen los
castigos en pronta y cumplida justicia, junto con los que los encubren y si son
su familia, hay que hacerlo, el hechor y su consentidor debería tener la misma
pena, además de seguir con la persecución del delito y el castigo del mismo; es
brindando los proyectos que permitan a que los cipotes y cipotas que desean
salirse de la mara –porque hay muchos/as que ingresan, no por deseo de hacerlo,
sino para salvar sus vidas- lo puedan hacer y puedan encontrar una oportunidad
en el mercado laboral, ¿Cuántos son rescatables? No lo sé, pero si tengo claro
que hay que rescatar a todos cuanto se pueda, cursos de capacitación para
madres, hermanas, esposas e hijas de los pandilleros deben impartirse, para
enseñarles que el trabajo honesto, con seguridad social, aunque duro, da mejor
recompensa que el dinero mal habido; en esto creo que Ciudad Mujer puede ayudar
y tendría un papel importantísimo, y finalmente el grupo –quizá el más grande-
de los que no quieren dejar de delinquir y menos dejar esa forma de vida, al
momento de estar en cárceles encuentren centros donde se les pueda re-educar, y
si sus condenas son largas, que no tengan acceso a medios para seguir
dirigiendo sus monopolios delincuenciales desde ese espacio, que se les dé un
sitio digno, pero que no sean recintos donde están más tranquilos y a sus
anchas, se trata que sientan el castigo por sus delitos, pero que el
escarmiento vaya acompañado de programas que les ayuden a sensibilizarse, no
solo con sus amigos pandilleros sino con el resto de la sociedad.
Todo
esto es un gran trabajo, no es comida de bocones, esto requiere que todos los
sectores vivos de la sociedad se “enrollen las mangas de la camisa” y se pongan
en función de eso, que los candidatos presidenciales, nos digan si le van a
apostar a prevenir, capacitar, re-educar, reinsertar y perseguir el delito,
porque el hacer una sola cosa nos tendrá patinando en el mismo problema, no se
puede dar la represión sin prevención y estar esperanzados que los programas de
gobierno de cinco años nos saquen de esta situación con una fórmula mágica, es
seguir el juego de estos políticos que gustan de hacer hermosas y grandes
promesas de campaña pero que al final al llegar al poder no las cumplen, por
una sencilla razón, solo fue una promesa y no un proyecto articulado, basado en
estudios reales y con recursos, que vaya acompañado de un verdadero espíritu de
salvadoreñismo que implique sumar a todos y todas, como proyecto de nación y no
como estrategia para ganar votos.
Termino
de contarles la historia de mis amigos, en el caso del amigo, él está decidido
en seguir el proceso judicial y lograr la condena de estas personas que le
asaltaron, ha cerrado su negocio y va a hacer la lucha.
En
el caso de mi amiga, siendo madre soltera y con pocos recursos, está buscando
la manera de salir del lugar donde vive, por ahora, solo está rezando para que
nada le suceda a su hija, ya este día no la envió a clases por seguridad, pero
hago el traslado de una petición que me hizo: "¿Puedes escribir de mi caso
y preguntarle al Sr. Mijango, el de la tregua, que si, así como le dio una
carta a unos pandilleros, firmada por él, para que no los arrestara la policía,
me puede dar una carta para mi hija y que los pandilleros no le hagan daño?"
Vaya pues, mi pregunta a Raúl Mijango: ¿Puede hacer algo en este caso? ¿Puede
hablar con el “Viejo Lin” que es el máximo dirigente de la mara 18, que la que
opera en la zona donde vive mi amiga y decirle a sus sub-alternos que no dañen
a esta cipota?
Espero
que cuando estén publicadas estas líneas, no sea demasiado tarde y que “Anita”
–como yo le digo- pueda seguir yendo a sus clases con normalidad, que su madre
pueda ir a trabajar con tranquilidad y ganar con el sudor de su frente en su
trabajo el dinero para pagar sus gasto, el colegio de su hija y llevar la
comida a la mesa, y esto no solo debe ser para este caso en particular, todas
las “Anitas” del país y sus madres debería poder gozar de esta tranquilidad, es
su derecho.
Señor
Mijango, espero se ponga en contacto conmigo, y no deje pasar esta “historia”
para que llegue a un final trágico… Como población queremos actos concretos,
resultados reales y palpables para nosotros los que no pertenecemos a las
maras, que cada día nos levantamos a trabajar y a luchar por sacar a delante a
nuestros hijos/as, no de discursos que se han salvado “x” cantidad de vidas,
hoy le estoy hablando de una vida que puede salvar y no es la vida de una niña
que está en pandillas – igual de valiosa-, es la vida de una salvadoreña que
quiere estudiar medicina, que quiere tener las mejores notas y que sueña que un
día sacara de su trabajo a su madre y ella le dará todo cuanto necesita,
regresándole el esfuerzo que ha hecho para sacarla adelante… Raúl, ayúdeme a
salvar a una “Anita”.
Sencillamente Indignarte
ResponderEliminarCreo que cada vez hay menos capacidad de reacción de la población, se ciegan ante los hechos que estan ante sus propios ojos, se refugian pensando que los partidos politicos solucionaran los problemas de este país, no es ser pesimista, si no ser realista, y es que duele ver casos como este y sentirse incapaz de poder hacer algo concreto sin poner en riesgo la vida misma y los de la familia, actuar más por conveniencia que por convicción es doloroso, ante casos asi un país con problemas estructurales tan marcados que se vienen arrastrando por mucho tiempo requiere de medidas verdaderas para empezar a tratar de solucionarlos.
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