17 diciembre 2013

“Hagan la prueba”




Siempre que los analistas empiezan a dar su opinión de cómo hacer crecer el país la primera palabra que surge es, reducir el gasto y lo siguiente es decir retirar los subsidios. Escuché a cierto analista que decía “en lugar de mantener el subsidio a la energía eléctrica, mejor comprar focos ahorradores, así baja el consumo y la gente no recibirá una factura alta y así le podemos retirar el subsidio” y no pude dejar de pensar: “Ve que galán, bien solidario el amigo, idea brillante, quitemos el subsidio a los que consumen hasta cierta cantidad de energía –como está actualmente diseñado- y que el Estado vaya y le compre a los empresarios focos ahorradores y se los damos a la gente y asunto arreglado”

Fotografía tomada de Transparencia Activa
De todos los programas sociales que ha impulsado el actual gobierno, personalmente el que considero no negociable, es el de los paquetes escolares, los zapatos, uniformes y el vaso de leche. Aunque no falta quien diga que esto no es otra cosas que populismo, despilfarro, gasto, asistencialismo, dádiva, y otro montón de frases con las que pretenden descalificar éste beneficio, y básicamente te dicen que lo mejor es desviar esos recursos tan mal invertidos y ponerlos en función de construir mejores escuelas contratar mejores maestros o invertirlos para incentivar a los empresarios a que inviertan en el país.

Las nuevas voces que dicen esto no han parido una idea nueva. Desde hace años aquí en este país se piensa que mejorar las condiciones de las personas que están en desventaja es innecesario; antes se decía “son pobres porque quieren” o peor aún “Dios ha permitido que nazca en el seno de una familia pobre”. Ahora vivimos la consecuencia de esa decisión, por eso los planes de estudio no son lo que deberían ser, por eso nuestros jóvenes llegan tan deficientes a las universidades y lo triste es que no se puede mejorar la calidad sin antes atender las necesidades básicas de los niños y niñas, porque un niño/a que llega mal nutrido, descalzo y cansado nunca va a aprender por más que tenga frente a él al mejor maestro con las técnicas más modernas en pedagogía, la mejor biblioteca o un centro escolar con una infraestructura envidiable; no es sólo el entorno del centro de estudio el que hará que nuestra niñez se desarrolle, también se necesita cambiar las condiciones económicas de su familia que no consideren un mal gasto o inversión mandar a estudiar a sus retoños, porque son más útiles para la economía familiar si ellos y ellos se incorporan a la fuerza laboral y aportan en algo a sus hogares.

Probablemente los que han creado esas políticas de cero asistencialismo –como les ha dado por llamarle- jamás han tenido que ir a la escuela, después de llenar la pila con agua acarreada del pozo que está a una considerable distancia de su casa, sin haber desayunado y luego de caminar varios kilómetros; ellos generan sus políticas desde la frescura de su oficina con aire acondicionado, sentados en cómodas sillas ergonómicas en una oficina ubicada en una ciudad del primer mundo, desde donde se ve como un gasto invertir en nuestros niños/as, y consideran que lo mejor es invertir en los empresarios, porque ellos generan riqueza. Ellos todavía no entienden que la inversión se debe focalizar y centrarse en el ser humano, pues como dice la constitución, que ahora mencionan muy seguido, es éste el principio y el fin del Estado.

Foto: Diario Co Latino/Franklin Rivera
Es verdaderamente triste que todavía no sepan ponerse en los zapatos de los demás antes de dar su opinión aprendida de un libro de un autor que nunca ha vivido la realidad de la niñez salvadoreña, que no sabe que es que le “chillen a uno las tripas del hambre”. Me gustaría con mucho respeto pedirles a los que solicitan se les retiren estos apoyos a los niños/as que hagan la prueba, bájense del carro y caminen a su trabajo, pero antes de ir hagan la limpieza ustedes de su casa, laven a mano y no en la lavadora, que desayunen una taza de café, cuando regresen de nuevo a pie a su casa pueden comer un platito de frijoles –platito no platada- una tortilla y un café. Después de una semana de hacer lo mismo, me cuentan si se pueden concentrar en el trabajo, si rinden igual, si la capacitación recibida en ese hotel con ese exponente internacional le captaron con toda solvencia; si lo lograron, los felicito, yo me he equivocado. Por otro lado, si no lo logran, primero recuerden que ustedes son adultos y no niños, si el cansancio y el hambre hace estragos en ustedes, cuánto más daño puede recibir un cuerpecito mal nutrido. Hagan la prueba, quizá logren bajar de peso, pero lo importante es que reconozcan y apoyen los subsidios para los niños y niñas, que no son una dadiva, es un responsabilidad y un compromiso que el Estado debe cumplir y al cual todos y todas como sociedad debemos sumarnos.

No puede ser que se considere que es más importante para el país cumplir con una sentencia basada en un contrato lesivo, que pagar estos programas sociales.

Y no es que no crea que no se debe mejorar la calidad, claro que sí, se debe hace; mejorar los planes de
Fotografía de Transparencia Activa.
estudio, capacitar a los maestros,  tener escuelas ergonómicas, escuelas dignas, con centros de cómputo y bibliotecas; pero antes debemos procurar que los niños no se sigan desmayando en las escuelas porque llegan sin comer. Vale la pena hacer una reforma profunda en el sistema educativo salvadoreño, pero esta no puede ser sólo en un sentido, debe ser integral, tomando a la niñez como el centro, inicio y fin de la sociedad, procurar educarle bien en los temas que sean necesarios para continuar su educación superior y que les sirvan para la vida, evaluando desde pequeños que vocación traen: unos pueden ser más humanistas, matemáticos, deportistas y otros son más bien artistas. Personalmente me gustaría que retiraran ciertas clases y materias o más bien se orientaran dependiendo de las diferentes inteligencias en nuestros alumnos y alumnas.

Pero la reforma educativa que todos y todas queremos para mejorar la calidad de la educación y que nos permita tener generaciones más educadas y competitivas en este mundo, no puede ni debe pasar sobre el apoyo que necesitan los niños y niñas junto a sus familias.

Como dijo Cantinflas en aquel discurso en la película Su Excelencia: “Para qué queremos automóviles, si todavía andamos descalzos, para qué queremos refrigeradoras si no tenemos alimentos que poner en ellas” y yo agregaría, “para qué queremos escuelas modernas e infraestructuras que sean la envidia de los países de la región si nuestro pueblo sigue desnutrido, olvidado y excluido”.

1 comentario:

  1. Me inclino mas por una re-ingeniería educativa.

    http://alfredocelso.blogspot.com/2013/04/ideas-o-suenos-de-una-re-ingenieria.html

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