24 junio 2013

¿El Che o Madiba?



Temprano había pensado contestarle a un amigo, quien el domingo me escribió un correo diciéndome que yo había hablado mal de él en el programa de Pencho & Aida, la semana pasada. Antes de comenzar a escribir leí el siguiente tuit “Cuando en El Salvador los manifestantes anden a Mandela o Gandhi en la camiseta, y no al Che, habremos progresado”. Pensé entonces que antes de preparar la respuesta a mi amigo, valía la pena reflexionar sobre este pensamiento.

Mucho depende a quién le preguntes por el Che Guevara: Recibirás una serie de respuestas desde las que lo ensalzan a calidad de Dios y con cierto culto comercial, hasta los que quisieran revivirlo para volverlo a asesinar.

Comparar a dos personas emblemáticas es bastante difícil y un poco aventurero porque son personas que utilizaron métodos diferentes, aunque ambos tenían la misma finalidad, lograr la igualdad, el acceso a educación y salud para las mayorías y tener las mismas oportunidades. Es más difícil aún hacer una comparación en el contexto del agravamiento de la enfermedad que por años aqueja a Nelson Mandela y que desde hace varias semanas nos tiene pegados a los medios de comunicación para saber cuál es el último reporte que dan de su salud, y según entiendo, sufre de la enfermedad que se originó debido a su encarcelamiento en el que pasó varios años, todo por pensar diferente. Este no es el único caso que se ha dado a nivel mundial y en diferentes épocas, el solo hecho que no estés en sintonía de las opiniones del que esté en turno en el gobierno te vuelve enemigo de éste y sobre todo, lo imperativo es callarte, de la manera que sea. Bajo este pensamiento han muerto cientos de miles de personas, otras tantas han sido reprimidas, torturadas, encarceladas, perseguidas y mutiladas.

Siempre que se habla de las transformaciones sociales y de sus protagonistas, todos y todas, no me cabe duda, quisiéramos haber tenido a un Nelson Mandela o Gandhi en nuestro país y que las transformaciones sociales se dieran con el mínimo de pérdidas humanas y que fuera más la presión social y de lo que lograra el quiebre y que se cambiara las políticas o lograr tumbar gobiernos con una resistencia pacífica sin disparar ni un solo tiro.

Lamentablemente cada proceso social es completamente diferente a otro, no solo por las particularidades de las latitudes donde se da, sino por la diversidad de la cultura; para nuestros países centroamericanos, vale la pena decir, debemos revisar el contexto, plagado de dictaduras militares muy parecidas en su crueldad y su manera de imponer el orden utilizando la bota militar sobre en la nuca de los ciudadanos quienes tienen el único pecado de pensar diferente y de criticar abiertamente a sus gobiernos utilizando el derecho de la libertad de expresión. Fueron los militares de la época los que nunca entendieron que el crear mártires y aumentar la represión lo único que generaban era un resentimiento social enorme donde la población se polariza de tal manera que no logran ver los grises y se vuelven como sus agresores “conmigo o en mi contra” y en cuanto toman el poder sus gobiernos buscan revanchismos hacia sus agresores, volviéndolos víctimas.

Ahí está el aporte de Madiba: Él estuvo 27 años en prisión y cuando salió y ganó las elecciones no se apresuró a seguir dividiendo a su país, menos en buscar a sus captores y aplastarlos, excluyéndolos de sus planes de gobierno y fingiendo que no era su gobernante sacándolos de todo pacto social y económico o tomar una venganza personal. Lo que él hizo fue unir a su país para sacarlo adelante dejando sus propios resentimientos de lado, porque el bienestar colectivo era y es más importante que nuestras propias aspiraciones personales; no sólo hizo eso, sino que también se apartó de la presidencia de su país, hizo la transición y dejó las bases, no buscó aferrarse al poder –  con o sin elecciones periódicas, que seguramente pudo haber seguido ganando por su nivel de popularidad- supo entender cuál era su tiempo y su lugar, pero más que todo entendió, con una gran claridad, cuál era el momento justo de retirarse, porque las transformaciones le pertenecen a la colectividad a la sociedad a todo el conglomerado y no a un hombre o mujer pues un individuo no es por sí mismo la revolución. Como quisiéramos que muchos de nuestros dirigentes tuvieran esa altura y fueran actores que sepan ponerse a un lado y dejar que las transformaciones avancen siendo una sociedad madura en colectividad y solidaridad, no llevándoles todo el tiempo de la mano, porque de ser así –la sociedad- no madura, no se cohesiona, sino que se vuelve dependiente de su líder.

Mucho se puede decir de Mandela y el Che y sus métodos, quizá todos quisiéramos haber tenido la oportunidad que nos permitiera elegir a quien tener en nuestra historia. Para nuestro país estuvo un Farabundo; en Nicaragua, un Carlos Fonseca y Sandino; y así sucesivamente podemos ir enumerando a personajes a quienes no les será concedido un papel relevante por la mayoría, pero que tienen su lugar en la historia. Esto se dió gracias a la represión del PCN y su dictadura militar aquí en el país; o, gracias a los Somoza en Nicaragua; y ahora podemos decir de estos personajes que su decisión fue tomar las armas como última forma de logar las transformaciones. Como yo lo veo, el contexto y las circunstancias los obligaron a tomar esa decisión, nadie en su sano juicio quiere tomar un fusil en su hombro, dejar a su familia, pasar huyendo en la vida clandestina, si tiene la oportunidad de lograr los mismos resultados con otros métodos, y alcanzar el desarrollo. Si no está de acuerdo, pregúntele a personas que vivieron la guerra civil de nuestro país, ¡Hagan ese ejercicio! y verán reflejado en sus ojos cómo se van en recuerdos de lo que pudieron haber hecho, disfrutado sus familias, compartido con sus hijos e infinidad de cosas que dejaron a un lado, porque no tuvieron otra opción.

No creo que debamos separar a estas figuras: Ambas son dos caras de una misma moneda. El deseo de cambiar la realidad de sus países, el amor por las personas que están en desventaja dentro de la sociedad, aquellos de los que nadie se acuerda, sólo cuando hay campaña electoral y que les ofrecen sacarlos de su situación precaria pero que es llegando al poder y hacen poco o nada por cambiarles las realidades y vuelven a buscarlos 3 o 5 años después, según sea el caso.

Deberíamos todos poder tener la rebeldía de estos personajes su coraje y visión de tomar la decisión de ser protagonistas como sociedad de los cambios reales que necesitamos, ¿Se imaginan qué súper hombre o mujer nos saldría si pudiéramos juntar lo mejor de cada personaje?, ambos existieron y se comprometieron con sus sociedades e ideales en su momento. 

Es bueno revisar la historia de ambos personajes, para ver lo que hicieron bien y los errores cometidos, no hay nada que inventar, existen caminos trazados la cosa es ¿Tenemos el valor de hacerlo?

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