En
países como los de nuestras latitudes, los cuales tienen profundas carencias
económicas -donde la desigualdad, la exclusión social, la falta de
oportunidades, la delincuencia, el difícil acceso a la salud y a la educación,
hacen que miles de centroamericanos emigren diariamente en busca del sueño
americano- da profunda tristeza ver que se inviertan enormes cantidades de
dinero en comprar aviones para defender un islote, que está siendo utilizado por
un político en la campaña electoral del país vecino como parte de su campaña de
nacionalismo, porque va abajo en las encuestas de su país.
Más
tristeza dan las declaraciones de nuestro Ministro de Defensa quien durante un
programa radial brindó el ejemplo por excelencia de lo que sucede cuando olvidas
conectar tu mente con la boca. Digo esto porque ciertamente él fue muy honesto
al indicar la supremacía de los Hondureños con sus F-5, pero nada costaba decir
“Tiene poderío aéreo, pero nos basta con
comprar un treintena de misiles tierra-aire, unos 3 por avión de Honduras –ellos
tiene 9 aviones- de nueva generación y el dominio aéreo se terminó –debo decirles
que es una opción infinitamente más barata-”; al final no creo que nuestro
Ministro pecara de ignorante en ese tema, él sabe perfectamente que con dos de
esos artefactos bien puestos se diría adiós a los famosos aviones del país
vecino, pero como no se trata de defender a nuestro país, más bien es de
justificar la adquisición de los aviones -una compra que ha sido avalada por
todos los candidatos, en mayor o menor medida, todos al final llegan a la
conclusión que hay que proveer a la Fuerza Armada del armamento que necesitan-
claro, ellos están haciendo tareas de apoyo a la Policía Nacional Civil, algún
apoyo merecen y necesitan.
Personalmente
no considero necesaria la compra, aunque ésta se diera con fondos propios, más
en un momento donde se estaba negociando en la Asamblea Legislativa de dónde se
sacarían los fondos para los pagos de los escalafones de Salud, Educación y el
refuerzo presupuestario para la UES, entre otros gastos que deben cubrirse. Me
parece lamentable que no se tomara en cuenta que en este país, cuando llueve
copiosamente durante una hora, se inundan y se deslavan paredones y quedan
pueblos incomunicados por el desborde de los ríos; lo mejor era con ese dinero
comprar helicópteros que cumplieran la doble función de darle juguetes nuevos
al ejercito y que sean funcionales para la sociedad civil en casos de
calamidad. Vemos nuevamente en esa
decisión que los intereses particulares se antepusieron a los intereses
colectivos.
Y
sigue la polémica ya que el país vecino de Honduras, considera una amenaza esta
compra hecha por El Salvador y no han faltado los candidatos que ofrezcan que cuando
lleguen al poder comprarán aviones también para “equilibrar las cosas”; no
menos importante es la donación que está haciendo Estados Unidos a ese país de
6 helicópteros para combatir el narcotráfico. Es claro que el gobierno de
Estados Unidos busca evitar que la droga que transita por estas latitudes
llegue a su país y para ello donan estos aparatos, pero como siempre, se les
olvida que más que eso se necesitan mejores condiciones en nuestros países para
que el crimen organizado no permee nuestras instituciones y no sea atractivo
para nuestras poblaciones incorporarse a esas redes.
Así
vistas las cosas parece que los políticos en El Salvador y Honduras están en
una carrera armamentista y es más preocupante para los dirigentes de estos
países adquirir aviones y no brindar soluciones a sus ciudadanos, en los temas
que en realidad nos agobian: el tema de la delincuencia, salud y educación no
parecen ser prioridad para ellos; parece que el juego es exaltar el
nacionalismo irracional y mantener el ego de sus respectivos ejércitos en alto,
y todo esto se da, porque aunque no se quiera aceptar, aquí y en Centroamérica
los militares siguen siendo un poder, quizá menos visible que en las décadas
pasadas, pero aún con mucha fuerza para sostenibilidad de los gobiernos de “los
civiles”. Es además lamentable que a estas alturas, estas sociedades, sigan
manteniendo una idolatría ciega hacia sus ejércitos.
En
esta época se deben buscar las salidas diplomáticas a los problemas limítrofes,
pero no solo porque es lo correcto, sino también, porque estas sociedades deben
aprender a que ya no se puede seguir tomando la justicia por mano propia y
hacer valer nuestros derechos vapuleando los derechos de los demás. Cuesta
creer que no hemos aprendido que la represión de las épocas de las dictaduras
militares no nos enseñó nada, que más bien se añora retornar a esa época donde se
imponía el orden con la fuerza de la bota y el garrote. Todos estos males en
nuestros países se deben a que nuestros gobiernos, después de sus conflictos
internos, nunca le apostaron a la educación de su población ni a fortalecer la
institucionalidad, de haberlo hecho, las generaciones posteriores a la guerra
tuvieran otros criterios, tendrían claro que a la fuerza no se logra cambiar la
sociedad; claro está, son procesos largos y ahora parece que da “pereza”
seguirlos, como sucedió luego de la firma de los acuerdos de paz. Hemos perdido
más de 20 años; llevamos dos generaciones que han visto como opción el
incorporarse en las maras o irse de su país.
Deben entender los militares en Centroamérica,
que vivimos en una realidad diferente en donde el atractivo de los mercados se mide por su
tamaño y estos 5 países de manera individual no le son atractivos a nadie, por
ello se insiste tanto en la integración de nuestros países y de esa manera
enfrentar la nuevos retos de competitividad, integrarnos y facilitar las
exportaciones y volvernos un mercado que nos permita a todos sacar nuestras economías
adelante, pero si nos seguimos enfrascando como naciones en pleitos de egos de
quién tiene la mejor ejército, no saldremos adelante nunca. Cada país debería
poner a sus diplomáticos a trabajar en una verdadera integración económica,
aprovechar la tan cacareada frase de todos los empresarios: “que tenemos una
posición geográfica privilegiada y debemos aprovecharla”, si estos militares y
sus mentes reducidas siguen ejerciendo este nivel de incidencia en nuestros
gobiernos, seguiremos retrocediendo dos pasos por uno que avance la diplomacia.
Finalmente espero que más gente siga insistiendo, igual que yo, que es preferible: 10 maestros
capacitados, 10 médicos contratados, 10 escuelas en buenas condiciones, 10
becas completas incluida sus respectivas maestrías a los mejores alumnos del
sistema nacional en las mejores universidades del mundo y que luego regresen a
enseñar o replicar lo aprendido a su país, 10 cirugías de corazón abierto o trasplante
de riñón en el Hospital Bloom, 10 pequeñas empresas que reciban apoyo para ampliar
su inversión y generar más empleo y aumentar exportaciones, 10 inversiones en energía
renovable… que ver 10 aviones más el 15 de septiembre sobrevolando nuestro
cielo y gastando gasolina.
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